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Después de que por décadas el PRI fue el partido oficial de México, en las elecciones presidenciales de 1988 el candidato Carlos Salinas de Gortari y el PRIato, vieron que su reinado podría terminar con la llegada de Cuauhtémoc Cárdenas, Manuel Clouthier y la luchadora social, Rosario Ibarra como candidatos presidenciales.
Esa noche luego de las votaciones, se escribió una de las páginas negras en México, cuando el conteo preliminar de los votos aparentemente registraba una ventaja para Cárdenas, pero el entonces secretario de Gobernación y presidente de la Comisión Federal Electoral, el político de formación priista Manuel Bartlett anunció que el conteo de votos se suspendía debido a una ‘caída del sistema’.
Sospechosamente cuando se reiniciaron las computadoras, el candidato del PRI, Carlos Salinas llevaba una amplia ventaja sobre sus contrincantes, lo que desató la ira de varios sectores de la población y México estuvo a punto de entrar en una revuelta social.
De manera arbitraria, el Congreso, liderado por priistas, decidió destruir las boletas electorales y de esta forma eliminar toda evidencia de fraude.
Una semana después, el resultado oficial indicaba que Salinas de Gortari había ganado las elecciones con un 50.4 %, 31% había sido para Cuauhtémoc Cárdenas y 17% para Manuel J. Clouthier.
Ya como presidente, Salinas firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, impulso la privatización masiva de empresas estatales, incluida la banca; implementó el Programa Nacional de Solidaridad y además tuvo que enfrentar el nacimiento de Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZNL) en Chiapas.
En el plano internacional de Gortari inició negociaciones con el Vaticano. A raíz de ello, se reformó la ley que les negaba a los clérigos el derecho al voto. Todas las iglesias fueron reconocidas como personas jurídicas capaces de tener propiedades y le quitó a la Secretaría de Gobierno el control sobre las elecciones, buscando disminuir las sospechas de fraude que marcaban los enfrentamientos en las urnas en el país.
Pero los escándalos siguieron, se le culpa del asesinato del candidato del PRI a la sucesión, Luis Donaldo Colosio, y de una posible complicidad en el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, en el Aeropuerto de Guadalajara y dejar un país en manos del Cartel de Juárez, que en ese entonces controlaba la frontera norte.
Su sexenio marco el rumbo del país y muchas de las consecuencias que hoy día vivimos, al heredar a su sucesor, Ernesto Zedillo, un país endeble en todos los rubros lo que llevo al famoso » error de diciembre» que sumió al país en una de las peores tragedias económicas.
