Rituales prehispánicos, permanecen en gran medida hasta la fecha

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Los rituales funerarios en la época prehispánica han permanecido en gran medida hasta la fecha, aunque se han transformado con el paso del tiempo. En Mesoamérica “encontramos un gran culto hacia la muerte que se representa de múltiples maneras”, explicó la doctora Silvia Murillo Rodríguez durante la Mesa de diálogo Día de muertos: celebrando la vida, una expresión de la diversidad cultural, convocada por la Coordinación General de Difusión, la Dirección de Comunicación del Conocimiento y la Defensoría de los Derechos Universitarios de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Una constante en la cosmovisión mesoamericana es que el fallecido es una semilla que aportará alimento a los vivos, y la muerte es sólo un viaje a otros mundos, pero están presentes de alguna forma en el plano terrenal. En estas culturas, los rituales se extendían por nueve días; en el caso de la cultura Mexica, un mes después se realizaba otra fiesta, al año otra y así hasta cumplirse los cuatro años de su defunción.

En tiempos prehispánicos se hacía todo un tratamiento del cuerpo de un difunto; lo lavaban, lo vestían, lo calzaban, lo perfumaban, lo adornaban y luego lo envolvían con diferentes materiales, de acuerdo con la clase social a la que pertenecían; lo colocaban en una posición flexionada (antes del rigor mortis) y cuando era enterrado se le colocaban ofrendas y se practicaban diversos rituales.

Hay códices que muestran el proceso que se seguía cuando moría un gobernante, antes de la quema de cuerpo y con las cenizas se hacía otro rito hasta depositar sus restos junto al templo de su deidad principal, aseveró la doctora Murillo Rodríguez, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia Estado de México (INAH).

Era frecuente que personas de alto status se mandaran a hacer sus tumbas, como el gobernante Pakal, que ordenó construir el Templo de las Inscripciones en Palenque. La noción de que el fallecido no muere, sino que renace, se ve claramente plasmada en la tumba del jerarca maya, donde se muestra que de su cuerpo emerge un árbol sagrado que algunos consideran que es una ceiba.

Este es un concepto que se repite en diferentes representaciones de las culturas mesoamericanas. Aún hoy, existen muchas comunidades indígenas cuya cosmovisión de la defunción está intrínsecamente ligada a la tierra, donde no existe un infierno, sino un retorno a la madre naturaleza, aseguró la doctora en Etnohistoria.

La celebración del día de muertos en la comunidad maya de Pomuch, al norte de Campeche, aún conserva muchas de las tradiciones ancestrales, según una investigación realizada por la antropóloga física Albertina Ortega Palma; sin embargo, la población ha desarrollado un peculiar hábito.

Los familiares exhuman a sus muertos a los tres años de su fallecimiento, colocan los restos en unas cajas de madera en una posición en la que el cráneo esté ubicado hacia la parte externa del cementerio. Algunos construyen nichos familiares abiertos en forma de casitas.

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