Clases sociales: las menos favorecidas emplean los ‘chemos’, pero los de la alta inhalan cocaína

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La campaña gubernamental Si te drogas, te dañas es importante y apunta a la prevención entre jóvenes de secundaria y preparatoria, pero no va a alcanzar sus objetivos, pues no considera ingestas distintas a los narcóticos y las divergencias en la población consumidora, indicó el doctor Alfredo Nateras Domínguez, académico de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

 “Uno de los problemas es que homogeniza el uso de estupefacientes, cuando existen comportamientos diferenciados. La cobertura del programa iniciado el 17 de abril pasado es enorme, pero la información de lo que van a hacer en los ámbitos educativos no es garantía de lograr el propósito”.

 La ingesta de alcohol ha aumentado en la gente joven “y la marihuana es el estimulante ilegal más empleado, ya que se calcula que 80 por ciento de nuestros estudiantes de nivel medio superior y universitario fuman ese enervante”, lo cual no es privativo de México, sino que también es común en toda América Latina.

 Estos usos tienen que ver con rituales como el de la primera experiencia, de ir a una fiesta o las primeras prácticas de amor o desamor, señaló el especialista del Departamento de Sociología de la Unidad Iztapalapa.

 Para Nateras Domínguez es preciso estar informado y sensibilizar sobre los daños que ocasionan las sustancias ilícitas en la persona, el ámbito laboral y familiar, pero el programa de la Comisión Nacional contra las Adicciones (CONADIC) puede ser demasiado alarmista.

 “Ahora está el espectro y fantasma del fentanilo, que es un asunto que está haciendo pedazos a comunidades de Estados Unidos, pero en esa nación la capacidad adictiva es desigual y en términos generales se da en las zonas fronterizas o las grandes ciudades”.

Los programas contra las sustancias dirigidos a población no usuaria o que está cerca de ellas “hacen que tengas más precaución, pero el mensaje va a la comunidad que ya las utiliza, así que ‘dile no a las drogas’ no les dice nada a quienes las consumen, por lo que hay que reconsiderar que las acciones sean homogéneas y menos generales”.

 Así, resulta conveniente hacer estudios previos para enviar un mensaje a los que no las usan y para quien ya las toma hay métodos de disminución de daños y de riesgo para reeducar en la responsabilidad individual y colectiva sobre los efectos.

 “Algunos jóvenes ingieren alcohol y siguen con la marihuana, ello depende de la clase social; las menos favorecidas emplean los ‘chemos’, pero los de la alta inhalan cocaína. No son lo mismo los narcomenudistas que están en las tienditas que los dealers que tienen su mercado en las redes sociales con compradores de clases media y alta”.

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