Las competencias de alto rendimiento nos han dejado episodios épicos de dolor, frustración, alegría sangre y tragedias. En esta ocasión sucedió en el Campeonato Europeo de Ciclismo donde el suizo Stefan Küng perdió el equilibrio con su bicicleta durante el tramo final de la prueba cronometrada en Emmen, Países Bajos, sufrió múltiples heridas pero igual se levantó, siguió pedaleando y logró cruzar la meta bañado en sangre para ganarse la ovación y el respeto de todos sus colegas y aficionados presentes.
La historia fue publicada en varios medios de comunicación que dieron cuenta que el ciclista de 29 años es uno de los mejores del mundo en la actualidad y pedaleaba a 60 kilómetros por hora y estaba realizando el tercer mejor tiempo de la prueba.
Sin embargo, con notables muestras de cansancio, Küng tuvo un instante de distracción que le costó carísimo y terminó desestabilizándose al golpear contra las patas de las vallas que delimitaban la ruta.
Pese a lo aparatoso de su caída en la final del Campeonato Europeo de contrarreloj, Stefan Küng sufrió una conmoción cerebral, una fractura de hueso malar y otra fractura en la mano. Las imágenes que lo retratan con el casco partido en dos y su ropa ensangrentada hablan por sí mismas. Que haya cruzado la meta pese a las heridas, explica la enorme fuerza de voluntad del ciclista.
Tras el accidente, Küng cedió varias posiciones y terminó la prueba en el puesto 11, a 1 minuto y 29 segundos del ganador, el británico Joshua Tarling. El podio lo completaron el suizo Stefan Bissegger y el belga Wout Van Aert.
Tras la carrera se abrió el debate si estuvo bien que el suizo terminara la carrera o debió abandonar para preservar su salud. Según el protocolo de la UCI ante un accidente de este tipo debe atenderse al deportista herido y realizarle las preguntas de rigor para evaluar su memoria, si se ubica en tiempo y espacio y si está en condiciones de seguir compitiendo.
Otro episodio épico de un atleta
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