Fernando Botero Angulo nació en Medellín, un 19 de abril de 1932 y falleció en Mónaco el pasado 15 de septiembre de 2023) fue un pintor, escultor y dibujante reconocido por sus personajes de formas redondas y voluptuosas5 inspirados en el arte precolombino.
Su obra Naturaleza muerta con mandolina, que data de 1957, constituye la primera manifestación de su trabajo inspirado en el arte precolombino y popular. Habiéndose apodado irónicamente a sí mismo «el más colombiano de los artistas colombianos»,5 su carrera realmente comenzó en 1958, cuando ganó el primer premio en el Salón de Artistas Colombianos.
En 1944 asistió a la escuela de tauromaquia en la plaza de La Macarena de Medellín, con el banderillero ‘Aranguito’, a petición de un tío, quien no se imaginaba que su verdadera vocación era la pintura. Tuvo un percance con los toros, lo que hizo que él los dejara. Es de notar que en ese período hizo su primera obra, una acuarela de un torero. Una vez que su familia comprendió su vocación, Botero realizó su primera exposición en Medellín en 1948.
Botero se casó con Gloria Zea, con quien en 1956 partió a Ciudad de México. Nuevas influencias se fueron haciendo visibles en su obra, especialmente la del pintor colombiano Alejandro Obregón con su lenguaje moderno y la del mexicano Rufino Tamayo con su desbordante color.
Por otra parte, la obra del muralismo mexicano, que tanto le había desvelado en su juventud, ahora parecía desilusionarle, por lo cual decidió estudiar sus nuevas influencias y centrarse durante un tiempo en la experimentación del volumen a partir de bodegones.
A partir de esta indagación Botero descubrió un lenguaje propio que primero se evidenciaba en objetos de sus naturalezas muertas y que posteriormente empezaba a crear en personajes humanos que interactuaban con sus objetos.
Un año después, expuso por primera vez en Nueva York: el éxito comenzaba a acompañarle. Fernando Botero logró a intensificar sus batallas personales, sus combates lienzo a lienzo, del arte contra el tiempo y de la belleza contra la muerte.
En 1970 nació en Nueva York su hijo Pedro Botero, llamado Pedrito. Paralelamente, su fama mundial aumentaba cada vez más y lo convirtió en ese entonces en el escultor viviente más cotizado del planeta. En 1974, cuando su hijo apenas tenía cuatro años, Botero tuvo un accidente de tráfico en España, que le costó la vida a Pedrito.
La muerte de su hijo dejaría trazos en la obra de Botero que, a partir de ese momento, comenzó a tener cambios profundos, considerados por la crítica como huellas de la pérdida de su hijo. Además, su matrimonio con Cecilia Zambrano no superó la pérdida de Pedrito y Botero se separó por segunda vez.
A inicios de la década de 1990 hizo la escultura La paloma de la paz ubicada en la Plaza San Antonio, de Medellín. Fue destruida por un atentado terrorista el 10 de junio de 1995, que causó 10 muertos y 400 heridos. Botero hizo otra escultura igual con el mismo nombre y a su lado armó los restos de la estatua dañada, renombrándola El pájaro herido, en el mismo lugar, como recuerdo de la imbecilidad y de la criminalidad de Colombia.
Botero la muerte de su hijo definió los trazos de su obra
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