Utilizan fármaco para interrumpir embarazo para atacar tumores malignos

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Por el desarrollo de un tratamiento eficaz que permite incrementar la sobrevida de personas con gliomas de alto grado, un tipo de tumores demasiado agresivo que afecta al cerebro, Aliesha Araceli González Arenas, investigadora del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBO) de la UNAM, obtuvo el Primer Lugar del Premio CANIFARMA 2023, en la categoría de Investigación Clínica.

La investigadora del Departamento de Medicina Genómica y Toxicología Ambiental del IIBO, quien con la colaboración de la también universitaria Denis Arcos Montoya lleva a cabo la investigación, detalló: dañan el sistema nervioso central; el tiempo de vida de quienes los padecen es, máximo, de 14 meses.

En entrevista explicó que tres de cada cien mil personas lo presentan, especialmente hombres adultos; el tratamiento actual es cirugía (resección del tumor), radioterapia y quimioterapia, esta última con un agente llamado Temozolamida, el cual impide que las células se multipliquen.

Cuando los pacientes llegan a consulta de Neurología tienen cefalea tipo migraña, vómito, mareos, problemas de marcha y funciones neurológicas comprometidas; entonces ya es tarde para su atención. Aún si tuviéramos un diagnóstico temprano, son de alta malignidad, por lo que van a progresar, alertó González Arenas.

La científica universitaria y Arcos Montoya, hoy estudiante del doctorado en Ciencias Bioquímicas de la UNAM, trabajan desde hace una década en el proyecto “Antagonismo del Receptor de Progesterona como Estrategia Potencial en el Tratamiento de Gliomas de Alto Grado”.

Desde que estudiaba la licenciatura, Arcos Montoya colabora con González Arenas en el estudio de la expresión y activación del receptor a la hormona progesterona en este tipo de tumores.

La investigadora recordó que, usualmente, a la progesterona se le asocia con las funciones reproductivas, pero en el cerebro las poblaciones de astrocitos y las neuronas también la producen y ésta se activa por la presencia de fósforo, lo que induce a la transcripción (el primer paso de la expresión genética), de genes involucrados en la migración, proliferación e invasividad, funciones esenciales para que un tumor progrese.

Ante este escenario, las expertas se preguntaron: ¿qué pasa si se inhibe? Así inició la idea de utilizar un antagonista del receptor a progesterona, la mifepristona, un fármaco que hace tiempo se emplea en la ginecología para interrumpir el embarazo; lo aprovecharon primero para observar su función en células tumorales in vitro, luego en un modelo animal y, finalmente, se realizó una prueba en ocho personas con este padecimiento.

En el caso de las células observamos que disminuyó su viabilidad de forma robusta y evidente; en el modelo animal se redujo el volumen tumoral en más de 50 por ciento; y en seres humanos logramos mejorar la sobrevida de seis meses a un año y medio; su calidad de vida aumentó notablemente, enfatizó.

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