La gestación por sustitución, también llamada gestación subrogada, maternidad subrogada de vientre de alquiler, se ha convertido en una industria que alcanzará en el mundo los 129,000 millones de dólares para 2032, así lo reveló el informe Surrogacy Market 2023-2032. En México, esta práctica que se promociona a través de las redes sociales, se ha regulado en dos estados, dos la han prohibido y en el resto del país hay un vacío legal que deja en la indefensión jurídica a las personas que deciden ser gestantes.
Para tener una visión más clara de lo que conlleva dicha práctica, principalmente en las mujeres gestantes, Gaceta UNAM y UNAM Global TV recabo el testimonios de mujeres que decidieron ser gestantes por sustitución visibilizan las condiciones que viven al participar en este procedimiento, que efectúan por razones altruistas o por sus condiciones socioeconómicas.
Abigail Villegas, una mujer de 33 años, madre de dos hijos y asesora inmobiliaria, decidió someterse al proceso de gestación en dos ocasiones. La primera ocurrió sin inconvenientes, mientras que en la segunda no tuvo la misma suerte: denuncia que durante su proceso se sintió vulnerada económica, física y emocionalmente.
En 2020 fue su primera “transferencia” y tuvo gemelos. A finales de 2022, durante una estancia temporal en el Estado de México le propusieron ser donante de óvulos y posteriormente le insistieron para que volviera a ser gestante. Ella aceptó y comenzó el procedimiento con una agencia europea (cuyo nombre se mantiene en reserva), esta vez para una pareja homoparental mexicana-inglesa. Abigail refiere con decepción que para convencerla de empezar el proceso “te prometen muchas cosas, como apoyos, bonos y viáticos; no obstante, una vez que te sometes al procedimiento te condicionan todo”.
Las agencias, agrega, les asignan personas de acompañamiento a las gestantes. En su caso fue Fernanda. Por ser gestante a Abigail le ofrecieron cerca de 300,000 pesos. “De acuerdo con lo establecido en el contrato, el primer pago sería por 2,000 pesos al momento de confirmar el embarazo. Posteriormente, cada cuatro semanas tenían que hacerme un pago de 10,000 pesos”.
Sin embargo, los montos de la confirmación del embarazo y del primer mes no le fueron entregados en tiempo y forma con el pretexto de que “al licenciado se le olvidó poner que el pago era hasta escuchar los latidos, lo que en ese momento era imposible”.
“Fernanda se retrasaba en entregarme el dinero de los viáticos. En ocasiones, para acudir a las consultas, me daba 350 pesos, pero el taxi me cobraba de 280 a 320 sólo de ida, debido a que mi traslado era del Estado de México a la capital del país.
Cuando estaba por llegar a la novena semana de gestación el doctor, sin tacto, le informó que el feto había fallecido, por lo que la agencia no le pagó lo correspondiente al segundo mes de gestación: “le dije que me tocaba un pago a mis ocho semanas y me respondió que cómo me iba a pagar si el bebé ya estaba muerto. Pero a mí me lo extrajeron al cumplir la semana nueve”.
En los contratos se incluyen cláusulas que protegen a los padres y madres contratantes. A Abigail específicamente le preocupaba una referente a un pago de indemnización que como gestante tendría que cubrir en caso de pérdida del feto. “Se establecía que tenía que pagar 120,000 pesos. Pero yo sí me cuidé, tomé todos los medicamentos e hice todo conforme me lo pidieron”, recalca con un tono enérgico.
La muerte del feto se debió a causas genéticas, en consecuencia, la gestante no tuvo que pagar esa indemnización.
Respecto al pago correspondiente al último mes que gestó, Abigail intentó contactar a la clínica para exigirlo, pero no tuvo respuesta. Tampoco pudo proceder legalmente porque no le entregaron copia del contrato firmado. Así fue como se deslindaron de ella, quien además denuncia que no volvió a recibir atención médica ni psicológica.
Mañana hablaremos del jugoso negocio que deja la gestación subrogada