¿Es el perro el mejor amigo del hombre? Falso, son los piojos… llevan con nosotros 500 millones de años

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Un estudio de la diversidad genética del piojo de la cabeza podría indicar cómo se distribuyó el ser humano por todo el mundo. Una de sus principales características es que solo se propaga entre los humanos, no de humano a rata o de algún otro animal al humano, lo que lo convierte en un buen indicador de las migraciones humanas. Investigaciones previas ya habían señalado que la distribución de los piojos en el mundo es un reflejo de los movimientos del pasado y actuales de las poblaciones.

El piojo de la cabeza (Pediculus humanus) es un ectoparásito obligado y permanente, que ha coevolucionado con los humanos, de cuya sangre se alimenta. Son ectoparásitos porque viven fuera de su portador.

 “En biología, a esta relación se le conoce como simbiosis de tipo parásito, en la que el beneficiado es el parásito. Nosotros, como portadores, no obtenemos ningún beneficio; además, si los piojos salen de la cabeza, no sobreviven veinticuatro horas”, explica Angélica González Oliver, de la Facultad de Ciencias de la UNAM, una de las autoras del estudio.

 “Se afirma que sobreviven en las cortinas o en las alfombras, pero no es verdad”, señala la investigadora. “En ocasiones, al levantarnos de la cama dejamos un piojo en la almohada, por ejemplo, y ahí, con el calorcito que dejamos, sobreviven dos o tres horas hasta que uno regresa, pero si no regresamos, es muy probable que muera”.

Hay una controversia sobre cuánto sobreviven fuera de la cabeza; quizá sobrevivan un día, como máximo, pero lo más probable es que solo sobrevivan dos o tres horas. Una forma indirecta de adquirir piojos es cuando alguien deja un piojo en una almohada o en las gorras.

En otro grupo de piojos, se encontró una relación entre los piojos de América y de Europa. A partir de la rapidez con la que se reproducen los piojos y se acumulan mutaciones genéticas en los microsatélites, los investigadores podrían calcular cuándo se mezclaron los piojos de los indígenas americanos con los piojos europeos, lo que probablemente ocurrió hace unos 500 años, durante la colonización europea.

Puesto que la relación entre humano y piojo es muy cercana, debido a su convivencia durante miles de años y a que los piojos han subsistido las migraciones del hombre, estudiar a estos insectos podría mostrar algunos aspectos de nuestra evolución que no son fáciles de interpretar con otras evidencias biológicas, explica González Oliver.

En el estudio se sugiere que la genética del piojo de la cabeza podría señalar dónde y cuándo los grupos humanos se separaron y se volvieron a reunir en el pasado. También indica que los piojos europeos y americanos comparten cierta afinidad genética debido a la colonización de América por los europeos.

Pero no solo eso, los piojos podrían ofrecer pistas de antiguas relaciones que no se encuentran en el ADN humano o en evidencias arqueológicas. De esta manera, habría un nuevo ángulo desde el cual observar las migraciones humanas y sus interacciones.

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