Gaslighting: cuando el amor disfraza el maltrato

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En 1938 se estrenó la obra de teatro Gas Light en Inglaterra. Esta historia narra las vivencias de Bella y su esposo, Jack, quienes se mudan a la casa de una tía millonaria recién fallecida. Bella comienza a experimentar situaciones extrañas y aterradoras que comparte con su esposo, quien la hace dudar sobre la veracidad de estos sucesos. Al sospechar que alguien más podría estar viviendo en la casa sin su conocimiento, Bella contacta al inspector Rough, quien no logra encontrar evidencia de nada inusual.

Tras la partida del inspector, los incidentes extraños continúan. A pesar de ello, su esposo duda de ella y la tacha de loca. Rough regresa, pero en su presencia todo parece tranquilo, por lo que decide irse. Los eventos extraños se repiten tras su partida, llevando al inspector a sospechar que Jack podría estar manipulando la situación.

Rough y Bella elaboran un plan en el que ella finge estar loca. Este plan revela que Jack buscaba afectar la percepción de la realidad de su esposa para apropiarse de las riquezas de la casa. Al final, Bella recupera su estabilidad mental y Jack es arrestado.

La trama de Gas Light inspiró el término “gaslighting” en psicología, designando una forma de abuso emocional. Según Melissa García Meraz, de la Facultad de Psicología de la UNAM, consiste en manipular a una persona hasta hacerla dudar de sus percepciones, opiniones o recuerdos.

Este tipo de violencia, a menudo oculta tras gestos de amor, confunde y disimula el maltrato. “Aunque el gaslighting es común en relaciones de pareja, también puede darse en amistades o entornos laborales”, explica la profesora universitaria. Las siguientes acciones caracterizan al gaslighting:

Hacer creer a la víctima que está perdiendo el amor de su pareja por sus errores.

Provocar el alejamiento de su círculo cercano para manipularla más fácilmente.

Insinuar infidelidad con cualquier pretexto.

Atribuirle problemas de salud mental, utilizando frases como “Estás loca” o “Yo no dije eso” para alterar su percepción de la realidad.

Minimizar los sentimientos de la persona afectada.

García Meraz señala que en las relaciones de pareja somos especialmente vulnerables al gaslighting. Es difícil dudar de alguien en quien hemos depositado nuestra confianza, lo que permite que esa persona ejerza control y manipulación. El gaslighting, frecuentemente ejercido contra mujeres, no solo socava las creencias de la víctima, sino que también daña su autoestima, haciéndola insegura y dependiente de la aceptación ajena.

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