El pasado 3 de marzo la violencia se desató en Haití. Tras una serie de advertencias al entonces primer ministro Ariel Henry por parte de grupos criminales liderados por Jimmy Cherizier, alias “Barbecue”, para que dejara el poder, estos asaltaron dos cárceles y liberaron a más de tres mil prisioneros. Los liberados comenzaron a cometer delitos en la capital de esta nación, Puerto Príncipe.
El saldo ha dejado a la nación caribeña sin primer ministro, con los grupos criminales fortalecidos y un éxodo de miles de haitianos hacia otras naciones en busca de seguridad y mejores condiciones de vida.
A lo largo de su historia, Haití ha sido estigmatizado como un país pobre y violento. Sin embargo, para la doctora Margarita Aurora Vargas Canales, investigadora del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC) de la UNAM, la violencia en Haití, tanto pasada como actual, se debe más a conflictos políticos, con constantes pugnas entre los principales grupos de poder.
Además, la extrema pobreza en el país se relaciona con un endeudamiento con bancos y grandes organismos internacionales. Estos factores han exacerbado un gran problema que tiene a Haití en una situación de alarma por la reciente escalada de violencia.
Las cifras en Haití son alarmantes en educación, economía y seguridad: alrededor del 80% de la población es analfabeta, solo el 50% de los niños en edad escolar asiste a la escuela; seis de cada diez habitantes viven con menos de dos dólares al día y en 2023, más de 3,960 personas fueron asesinadas y 2,951 secuestradas.
UNAM Global entrevistó a Vargas Canales, quien ofreció una visión actual de la situación en Haití, sus posibles soluciones a corto y largo plazo y el impacto de Estados Unidos en la crisis del país caribeño.
Señala que el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021 creó un vacío de poder que las pandillas han ido ocupando. Pero también es necesario recordar en este contexto tres situaciones: las secuelas del duvalierismo, que provocaron un endeudamiento importante en el país y un éxodo masivo de haitianos al extranjero; por otra parte, el partido Lavalas armó a ciertos grupos de simpatizantes en las ciudades perdidas durante los gobiernos del presidente Aristide, muchos de ellos comenzaron a realizar actividades ilícitas, y el terremoto de 2010 que vino a empeorar aún más la situación, ya que mucha gente perdió todo y comenzó una descomposición social importante que facilitó la expansión de las pandillas.
Y que en Estados Unidos ha jugado un papel crucial, sobre todo desde su ocupación del país entre 1915 y 1934. Aunque ofrece ayuda humanitaria y soporte técnico, también interviene en las políticas haitianas, limitando la soberanía del país.
A finales del siglo XIX, Haití era autosuficiente y productivo, pero factores internos y externos lo han hecho dependiente de la ayuda extranjera y de organismos internacionales. Era el tercer productor de café a nivel mundial, era el quinto productor de azúcar y tenía una industria textil importante en cuanto a manufacturas; de igual manera a nivel cultural era y es una nación con una cultura vigorosa, que no ha cesado de enriquecerse. Pero, las políticas del duvalierismo y los préstamos internacionales han dañado su economía. Haití tiene una dependencia del exterior, pero en gran medida fue forzado a hacerse cada vez más dependiente.