¿No te concentras? Cuenta desde 999 hacia atrás

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A veces, concentrarse para estudiar para un examen, realizar una tarea o incluso trabajar en la oficina puede ser complicado, pero, ¿por qué ocurre esto?

Según Angélica Juárez Loya, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM, la concentración es un proceso conocido técnicamente como atención sostenida. “Esto significa que podemos utilizar casi todos los recursos cognitivos para realizar una tarea específica”.

Existen tres tipos de atención:

Atención selectiva: ocurre cuando, ante varios estímulos en el ambiente, somos capaces de enfocarnos en uno solo. Por ejemplo, centrarnos en una conversación e ignorar el resto. “Podemos elegir qué información del entorno atender”.

Atención sostenida: se refiere al proceso de concentración que se mantiene durante un periodo prolongado. Gracias a este tipo de atención, es posible finalizar tareas y aprender cosas nuevas, entre otros procesos.

Atención ejecutiva: es la habilidad de alternar entre la atención selectiva y la sostenida, y regular la respuesta según la información del ambiente. Un ejemplo sería, “recibir una buena noticia pero estar en una biblioteca donde debemos mantener silencio. En ese caso, somos capaces de controlarnos y limitar nuestra reacción para no saltar o gritar”. Esta atención también regula el cambio de una tarea a otra.

La dificultad para concentrarse puede deberse a varios factores:

Una actividad incómoda o desagradable: en estos casos, “generalmente no queremos dedicar nuestros esfuerzos a realizarla”.

Aburrimiento: un estímulo muy constante o similar puede resultar aburrido, como leer dos horas seguidas o estar en la computadora realizando la misma actividad, lo cual puede volverse tedioso.

Emociones intensas: sentirse muy triste, estresado o enojado puede complicar la concentración, ya que las emociones exigen prestar atención al problema que las origina y cómo resolverlo.

Realizar varias tareas a la vez: esta práctica condiciona al cerebro para activar los centros de placer y reduce la eficacia en mantener la atención.

Problemas de sueño: un descanso adecuado es fundamental para cualquier actividad. Si estamos cansados, nuestro rendimiento no será el mismo.

Trastorno de déficit de atención (TDA): es una alteración que puede afectar cualquier tipo de atención y suele diagnosticarse en la infancia, aunque en algunos casos no se detecta hasta la adultez.

En épocas de exámenes y entrega de tareas, los estudiantes suelen estresarse. Por ello, lo primero es relajarse y luego comenzar a trabajar. Algunos ejercicios para mejorar la concentración incluyen contar desde 999 hacia atrás, concentrarse en la respiración y mantenerse enfocados en el tema.

Es recomendable trabajar en intervalos cortos con descansos, por ejemplo, 25 minutos de estudio por cada 25 minutos de descanso. Además, es importante descansar, comer e hidratarse adecuadamente.

Evitar distracciones, como apagar el celular y contar con un espacio de trabajo cómodo, también es esencial. Llevar un registro de los avances y reconocer los logros puede ser motivador. Si se trata de un problema más serio como el TDA, es importante buscar apoyo especializado.

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