La Organización de las Naciones Unidas (ONU) instauró la celebración anual del Día Mundial del Agua en 1992, como un medio para concientizar acerca del cuidado de los recursos hídricos a nivel mundial.
Bajo el lema “Agua para todos”, este año la ONU se ha pronunciado por aumentar los esfuerzos para lograr una gestión sostenible del agua por medio de la cual se pueda asegurar la disponibilidad de este recurso para todos los habitantes del planeta.
Desde el año 2010, las Naciones Unidas reconoce el acceso al agua potable como un derecho humano esencial. Esto significa que toda persona tiene derecho a disponer, sin ningún tipo de discriminación, de agua suficiente, segura, aceptable y asequible para su uso personal y doméstico.
De acuerdo con cifras de este organismo internacional, alrededor de cuatro mil millones de personas sufren escasez severa de agua al menos durante un mes al año.
El Día Mundial del Agua, que se celebra cada 21 de marzo, es un recordatorio anual de la importancia crítica que el agua tiene para la existencia humana, la paz y el desarrollo sostenible. Este año, la efeméride cobra una relevancia particular bajo el lema “Agua para la paz”, destacando el papel esencial del agua en la promoción de la armonía y la cooperación entre las comunidades y las naciones. En un mundo donde más de 3000 millones de personas dependen de fuentes de agua transfronterizas, la colaboración y los acuerdos de cooperación se vuelven no solo deseables, sino esenciales.
El agua, al estar intrínsecamente vinculada a la vida, la salud pública, la seguridad alimentaria, la prosperidad económica y la integridad de nuestros ecosistemas, plantea desafíos únicos en un panorama global caracterizado por el cambio climático y el crecimiento demográfico. La gestión equitativa y sostenible de este recurso vital no solo es fundamental para evitar conflictos, sino también para construir un futuro más estable y próspero para todos.
El Día Mundial del Agua nos insta a reflexionar sobre cómo la cooperación en torno al agua puede generar beneficios que se extiendan más allá de la mera gestión de este recurso, creando efectos positivos en cascada que fomenten la paz, impulsen el desarrollo y refuercen la resiliencia de nuestras sociedades frente a los desafíos comunes. En este contexto, cada acción cuenta, desde las políticas de los gobiernos hasta las prácticas diarias de los individuos.
foto: Veracidad Channel