Rosa Icela a Gobernación, General Gabriel García a Sedena y Omar Harfuch a seguridad, gabinete toma forma

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De acuerdo a la columna del periodista Raymundo Riva Palacio la integración del gabinete de Claudia Sheinbaum ha resultado una pesadilla para la virtual presidenta electa. Pero no fue el proceso de integración, que terminó incluso antes de la elección, sino el choque con la realidad. Sabía desde muchas semanas antes de ganar la elección que el presidente Andrés Manuel López Obrador quería que al menos una tercera parte del nuevo gabinete repitiera con caras actuales para mostrar la continuidad de su proyecto. Lo que no esperaba Sheinbaum es hasta dónde estaba tan decidido a mantener su exigencia.

El reconocido periodista refiere que hasta antes de la reunión que sostuvieron hace una semana en Palacio Nacional, la única petición explícita del Presidente a su sucesora era que Rosa Icela Rodríguez, la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, fuera nombrada secretaria de Gobernación. Pese a no tener una buena relación con ella, Sheinbaum accedió. Rodríguez es, de todo el gabinete, a quien más quiere personal y políticamente López Obrador, y ha sido su incondicional desde hace un cuarto de siglo. También fue la única petición expresa que hizo López Obrador a Miguel Ángel Mancera cuando estaba armando su gabinete para gobernar la Ciudad de México, que la nombró secretaria de Desarrollo Social.

Riva Palacio señala que Sheinbaum llegó con su candidato para encabezar la Secretaría de la Defensa, pero el Presidente se lo cambió. A quien pidió López Obrador para ir a Lomas de Sotelo fue al general Gabriel García Rincón, el subsecretario de la Defensa que era el candidato original del actual general secretario, Luis Cresencio Sandoval, con quien no tiene empatía la virtual presidenta electa. El nombre del subsecretario parecía haber sido descartado ante el alejamiento reciente entre los dos, pero revivió como parte de la extensión de poder que desea transexenalmente López Obrador. En la Secretaría de la Marina sigue el forcejeo.

Otra figura que revivió fue la del exministro Arturo Zaldívar. Enviado al cuarto de guerra de Sheinbaum para preparar la reforma al Poder Judicial, con el compromiso de ser consejero jurídico –aunque en los últimos meses se ventiló la posibilidad en Palacio Nacional de que pudiera ir a Gobernación–, Zaldívar fue perdiendo espacios en el equipo de la entonces candidata por su actitud petulante –según describen quienes atestiguaron sus comportamientos– y, sobre todo, porque dejó de ser funcional como vocero durante los debates presidenciales. Sheinbaum le bajó el perfil para que dejara de aparecer en medios, una recomendación-instrucción que desacató al mantener su espacio en el programa de Ciro Gómez Leyva en Radio Fórmula, que no la tenía contenta.

Ramírez de la O aceptó la oferta de Sheinbaum de repetir como titular de Hacienda a cambio de que le dejara nombrar a todo su equipo en la secretaría, en el SAT y en Pemex. Tras el encuentro con López Obrador, Sheinbaum pudo mantener el acuerdo que tenía con respecto al SAT, pero no en la titularidad de Pemex, donde Ramírez de la O quería al actual subsecretario, Gabriel Yorio, pero el Presidente insistió que sea Raquel Buenrostro, la actual secretaria de Economía.

Las diferencias principales han sido planteadas. López Obrador ya dijo lo que quiere y Sheinbaum ha aceptado. Algunas parecen superadas por un acuerdo mutuo, como el periodo que permanecerá el fiscal general, Alejandro Gertz Manero, en el próximo gobierno –que sería sustituido por Ernestina Godoy–, pero hasta que no se anuncie el gabinete, no se sabrá qué tan herida salió Sheinbaum del forcejeo con el Presidente.

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