Los caminos del cerebro…..no son como yo creía

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El término neurodivergencia, como la palabra sugiere, implica que todas las personas tenemos cerebros distintos, pero algunos cerebros son más distintos que otros.

La neurodivergencia no es una sola cosa, del mismo modo que ser normal (o “neurotípico”) tampoco lo es. Algunas personas neurodivergentes pueden hacer cosas extraordinarias y otras no; algunas aprenden a existir rodeados de cerebros increíblemente distintos a los suyos, otras no

Un experimento cerebral

Te propongo un ejercicio de pensamiento para hacer en equipo: júntate con una o dos personas y resuelve con ellas esta ecuación matemática: 55 + 50 + 63 – 13. ¿Ya? Ahora pregúntense cómo lo resolvieron. Quizás uno sumó primero las decenas y luego las unidades. Quizás otra lo hizo al revés. Tal vez alguien hizo la operación tal como se presentó o por ahí usaron otro método. El punto es que resulta fácil llegar a la siguiente conclusión: no todos los cerebros funcionan igual.

Ahora imagina que no estamos hablando de matemáticas, sino de procesos mentales más complejos, por ejemplo, la atención. Algunas personas no tienen problemas para mantenerse atentas durante una clase aburrida, pero para otras esa misma tarea es insoportable y para contener la energía de su cuerpo tienen que golpetear con el pie, jugar con las manos o mecerse de un lado a otro. Hay quien de plano no puede tolerarla.

Otro ejemplo: la socialización. Algunas personas son buenísimas para hablar con cualquiera, se adaptan fácilmente a distintas situaciones y prefieren estar con gente que en su casa. Otras, en cambio, batallan para entender los dobles sentidos del lenguaje (sobre todo si es con personas que no conocen), no disfrutan las conversaciones casuales (“¿Qué tal el clima hoy, eh?”), les da mucha ansiedad salir a la calle y prefieren quedarse leyendo un libro, viendo una película o jugando un videojuego.

Un ejemplo más: los intereses personales. Algunas personas tienen gustos muy flexibles y escuchan “todo tipo de música”, pueden comer casi cualquier cosa y disfrutarla y les da un poco igual si se salen de la rutina. Otras, en cambio, son muchísimo más rígidas con respecto a sus rutinas y necesitan seguirlas al pie de la letra; tienen la ventaja de ser muy ordenadas, pero la gran desventaja de que se desequilibran si se altera ese orden.

La mayor parte de las personas habita en distintos puntos del continuo entre estos dos extremos sin experimentar grandes problemas. Ahora, ¿qué sucede cuando lo que te hace distinto de la mayor parte de las personas es tan notorio o tan específico que realmente afecta tu vida?

La psiquiatría y la psicología tradicionales tienen un nombre para estos fenómenos: trastornos. Un trastorno, tal como lo define el muy usado manual de diagnóstico dsm-5, es “un síndrome caracterizado por una alteración clínicamente significativa en la cognición, regulación emocional o comportamiento de un individuo que refleja una disfunción en los procesos psicológicos, biológicos o de desarrollo subyacentes al funcionamiento mental”. Las palabras clave aquí son “alteración clínicamente significativa”, es decir que lo que ocurre sea lo suficientemente importante como para afectar negativamente la vida de una persona. Llama la atención que los manuales de diagnóstico no ofrecen posibles causas de los síndromes que describen, se limitan a nombrar patrones de comportamiento observables y dejan de lado experiencias subjetivas o de la vida interna de las personas que los viven.

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