El origen del Día de Muertos

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Contrario a la idea popular extendida y aceptada en México, el Día de Muertos no es de origen prehispánico y en sentido estricto tampoco es producto de un sincretismo indígena y europeo. En efecto, las festividades de los días 1 y 2 de noviembre (no confundir con las prácticas y celebraciones funerarias ancestrales mesoamericanas cuyas características eran otras y se realizaban en fechas distintas), tuvieron su origen en la Europa medieval, fueron instituidos por la Iglesia católica — el día 1 de noviembre— para celebrar a “Todos los Santos”, es decir, a los beatos y canonizados, pero principalmente a los santos desconocidos (los millares de mártires cristianos, para que ninguno se quedara sin fiesta y así reunidos en un solo día, correspondieran a este homenaje intercediendo con mayor fuerza en la oración y en las súplicas de los creyentes.

Mientras que —el 2 de noviembre—, Día de los “Fieles Difuntos”, como su nombre lo indica, fue dedicado a quienes “reposan en Cristo”, pero no alcanzaron la vida beatífica (el cielo), debido a que fallecieron sin haber cumplido las penitencias que les fueron impuestas en vida o fueron insuficientemente cumplidas, así como a quienes mantuvieron apego a la vida material.

 Las almas de estos difuntos (de acuerdo con la escatología cristiana), se hallan en el Purgatorio, esta fecha fue concedida para que los vivos, a través de oraciones, súplicas y sufragios ayuden a estas almas a limpiar sus pecados y así logren su salvación. Las misas del 2 de noviembre tenían el carácter de indulgencia plenaria aplicable a las almas del purgatorio.

El 1 de noviembre

El día de Todos los Santos fue instituido el dia 13 de mayo por el Papa Bonifacio IV en el año 609[5], para honrar a los protectores de la Iglesia, pero también para contrarrestar al paganismo, ya que el Papa consagró en este día el antiguo templo del panteón romano (el Panteón de Agripa), en la Iglesia de Santa María de los Mártires (conocida como Santa María la Redonda por su planta circular). Sin embargo, esta celebración tuvo que cambiar de fecha debido a que:

“Como era muchísima la gente que todos los años acudía a Roma para celebrar esta nueva solemnidad y como en el mes de mayo resultaba sumamente difícil tener la ciudad suficientemente abastecida de la ingenta cantidad de víveres que la numerosa concurrencia de forasteros demandaba, otro papa, llamado también Gregorio, dispuso que en adelante se celebrase en las calendas de noviembre, fecha más conveniente, porque en noviembre, al estar ya recolectadas las mieses y efectuada la vendimia, Roma disponía de provisiones suficientes para abastecer a los peregrino”. “Así que el templo que fuera hecho para todos los ídolos, agora es consagrado para todos los santos”.

El 2 de noviembre

El Día de Muertos fue instaurado ciento sesenta y tres años después, en el año de 998, por el abad del monasterio de Cluny, San Odilón, quien pidió que se celebrara al día siguiente de Todos Santos —de acuerdo con una revelación divina—, la que tuvo el sacristán de la iglesia de San Pedro, quien, en estado de éxtasis, vio un ángel que le mostraba el Purgatorio y al tiempo que esto hacía, le dijo: “cuenta al sumo pontífice todo esto que estás viendo y ruégale insistentemente que instituya en la Iglesia una jornada anual especialmente dedicada a orar por los muertos, se beneficien al menos de los sufragios que en ese día ofrezcan los vivos por los difuntos en general, y dile que señale para esta conmemoración la fecha que sigue inmediátamente a la fiesta de Todos los Santos”.

Según Pedro Damián (biógrafo de San Odilón), esta celebración también se debió a que, en los alrededores de un volcán de Sicilia, se escuchaban a menudo voces y alaridos de demonios quejándose de que los vivos con sus limosnas y oraciones les arrebataban las almas de los muertos, por lo cual, Odilón dispuso celebrar anualmente en todos los monasterios de su jurisdicción la conmemoración de los fieles difuntos seguida de la fiesta de Todos los Santos. Esta práctica, según Damiano, se extendió posteriormente a la Iglesia universal.

Texto extraido del INAH

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