En los años ochenta, se difundió una historia que sembró cierto temor en la sociedad. Corría el rumor entre los ciudadanos de una rata gigante que merodeaba el mercado principal de La Merced y sus alrededores, siendo su guarida preferida los túneles del metro.
Los testigos afirmaban que esta criatura tenía dimensiones equiparables a las de un perro de tamaño mediano. La noticia se propagó rápidamente de boca en boca, desencadenando una especie de histeria colectiva. El pánico aumentó especialmente después de que mascotas desaparecieran y posteriormente fueran encontradas con mordeduras y mutilaciones.
Para hacer frente a esta situación, el gobierno de la Ciudad de México se vio obligado a intervenir. Junto a la Secretaría de Salud, lanzaron una campaña contra la fauna nociva en la ciudad, realizando fumigaciones en diversos puntos durante meses. A pesar de los esfuerzos, la rata gigante nunca fue capturada.
Esta leyenda se ha convertido en una de las más célebres del metro y la ciudad, perdurando en el imaginario colectivo. Incluso en la actualidad, sigue siendo una de las historias favoritas de los comerciantes del mercado de La Merced.