Muchas son las causas por las que una pareja no puede procrear: espermatozoides con flagelos (colas) mochos, dos cabezas o movilidad lenta, óvulos inmaduros… Al ser eyaculados, los espermatozoides son muy lentos porque aún no alcanzan la plena madurez.
Además, en el tracto genital femenino tienen que librar barreras tales como el sistema inmunológico y la acidez del pH vaginal. La mayoría muere o queda atrapada en las criptas urinogenitales, o no logra capacitarse para moverse ágil, vigorosa y rápidamente. Cuando menos, 32% de los 250 millones de espermatozoides expulsados en una eyaculación debe contar con la movilidad necesaria para llegar al óvulo.
“En las clínicas de reproducción asistida se incuban espermatozoides y se estimula su movilidad. A pesar de los esfuerzos por tener los mejores, entre 30 y 40% de los intentos para implantarlos en un óvulo de la futura mamá fracasan”, señala Víctor Manuel Torres Flores, investigador de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
En el útero, a una temperatura promedio de 37º Celsius, ocurren procesos bioquímico-físicos que aumentan la concentración de calcio en los espermatozoides y detonan su movilidad. “Por eso, en las clínicas de reproducción asistida se incuban espermatozoides a 37ºC y se someten a procesos similares; pero, al manipularlos, la temperatura se desestabiliza y baja a 30°C o incluso hasta 20ºC, lo que reduce sus probabilidades de fecundar un óvulo”, agrega.
Sensibles a cambios Torres Flores y sus colaboradores estudian el efecto de la temperatura en la concentración de calcio y la fosforilación de proteínas en los espermatozoides como indicadores de su viabilidad para la fecundación. Para ello utilizan espermatozoides provenientes de muestras de semen donadas por estudiantes de la FM y obtenidas de diferentes centros especializados en esterilidad y reproducción humana.
En el Laboratorio de Biomembranas del Departamento de Farmacología de la FM incuban los espermatozoides a temperatura ambiente en medios con distintos grados de acidez del pH y con calcio, bicarbonato y albúmina, nutrientes que contiene naturalmente el útero. Como los espermatozoides son muy sensibles a la acidez de la vagina, a los cambios en la concentración de iones (en especial de calcio) y de atrayentes químicos, y a los cambios de temperatura, uno de los objetivos del proyecto “Efecto de la temperatura en la capacitación de espermatozoides humanos”, bajo la dirección de Torres Flores, fue corroborar si se podían capacitar a temperatura ambiente (entre 25 y 28ºC) para facilitar la fertilización en la reproducción asistida. “Los espermatozoides contienen reservorios de calcio, pero éste resulta insuficiente para que se desplacen. En el útero, procesos bioquímico-físicos generan eventos moleculares que aumentan la concentración de calcio y del pH intracelular en los espermatozoides, y hacen que se muevan vigorosamente”, afirma el investigador universitario.
Para determinar la correlación temperatura-calcio, Torres Flores y sus colaboradores realizaron la cuantificación de calcio y observaron que no había diferencias significativas en su concentración en espermatozoides incubados a temperatura ambiente y a 37ºC, como en las clínicas de reproducción asistida; asimismo, al hacer el análisis de movilidad espermática (análisis espermático computarizado), advirtieron que la movilidad de los primeros fue de más de 90%, similar a la de los espermatozoides incubados a 37°C.