Desde que en diciembre de 2022 el cantante británico Elton John dejó Twitter, “debido a que la plataforma permite que la desinformación crezca sin control”, no se había mencionado que otro personaje público importante abandonara Twitter, ahora X. Ese mismo año, algunas celebridades, como la supermodelo Gigi Hadid, la escritora y creadora de series Shonda Rhimes y Jack White, exintegrante de la banda White Stripes, también abandonaron la red social.
En 2023, la National Public Radio (NPR), una organización no lucrativa, dejó de publicar en X después de que la plataforma la calificara como un “medio de comunicación afiliado al Estado”. Días después de las elecciones en Estados Unidos, que ganó Donald Trump, el diario británico The Guardian anunció en su cuenta de X que abandonaba esa plataforma por los “inquietantes contenidos” encontrados ahí y por sus preocupaciones de largo tiempo sobre las teorías conspiratorias de la extrema derecha y el racismo. Sin dar razones, el Festival de Cine de Berlín anunció que estará en X hasta el 31 de diciembre de 2024, pero que se mantendrá conectado en su sitio web, Facebook, YouTube, Instagram y LinkedIn.
En un artículo publicado en Science se menciona que la comunidad científica de muchas partes del mundo, frustrada por los cambios de Elon Musk en Twitter, ahora X, encontró “un nuevo hogar en Bluesky”, una plataforma que está reemplazando a X como la red social en la que se pueden compartir y debatir hallazgos científicos. Otras instituciones académicas, revistas científicas e incluso organismos internacionales, como la Organización Mundial de la Salud, ya tienen presencia en Bluesky.
“Es una situación complicada por la que está atravesando X, aunque antes de la llegada de Elon Musk ya había ciertas restricciones”, explica Rubén Darío Vázquez, académico de la Facultad de Estudios Superiores Aragón y miembro del Seminario Universitario de Redes Sociales y Cultura Digital. “Para ponerlo en contexto, debemos entender que todas las redes sociales son empresas privadas con intereses privados”. Si bien las redes sociales pueden ser muy funcionales en ciertos ámbitos, como el de la prensa, la comunicación, la difusión de la ciencia y la tecnología, también hay grupos de interés, por lo que ninguna red social se salva de pertenecer a alguno de estos grupos.
Agrega que desde antes de la llegada de Elon Musk había grupos de poder que ejercían cierta presión. Por ejemplo, ya se le había quitado la cuenta a Trump y a muchos de sus partidarios, explica el académico. Ahora, Elon Musk enarbola la bandera de la libertad de expresión y asegura que todos estos límites se acabaron, que va a dar la oportunidad a que todos hablen y digan lo que quieran. Pero este “todos hablen y digan lo que quieran” está dirigido a ciertos grupos a los que pertenece Musk. “La cercanía de Trump y Elon Musk es innegable, tan es así que ahora forma parte de su gabinete”, señala Rubén Darío.
Aunque los datos pueden variar, Bluesky ya supera los 20 millones de usuarios y continúa creciendo a un ritmo impresionante, explica el académico. Sin embargo, es muy importante esperar si esta nueva red social se fortalece de tal forma que pueda ser una alternativa a X. “Porque no es la primera vez que aparecen redes sociales que se plantean como alternativas a las grandes plataformas, pero son pocas las que han trascendido gracias a su capacidad de crear narrativas que los usuarios pueden utilizar, que son fácilmente incorporables unas con otras. Es decir, funcionan como piezas de un rompecabezas, en las que yo publico algo en una red social y al mismo tiempo también se publica en otra, y el material que yo obtengo de una puedo publicarlo en las demás. Hay que ver qué tanto avanza Bluesky”, dice Rubén Darío.