Un día a Gina se le ocurrió salir con una blusa strapless y sin brasier. De vacaciones en Morelia con un par de amigos, paseaba por la calle. De repente, desde un carro que pasaba el conductor le gritó: ¡Qué bonitas chichis tienes mamacita!
Gina se sintió muy avergonzada, no sólo con ella misma, también con sus amigos quienes la miraron sin saber cómo reaccionar. Desde ese día decidió que nunca más saldría sin brasier, no volvería a exponerse de esa forma.
María Luisa vive en la Península de Yucatán, usa talla 36 en brasier y por varias razones se siente más cómoda sin usar esta prenda. Por ejemplo, debido al calor extremo de la zona donde vive, el sudor se acumula entre los senos y le causa mucha comezón, además, las varillas la lastiman.
Sin embargo, no puede salir sin brasier porque sus pezones se marcan bajo la blusa y la mirada de los hombres la hacer sentirse incómoda. Incluso, las mismas mujeres también la han visto mal. “Siento como si los pezones fueran un tabú que todavía no se radica en la sociedad”.
En la historia, el uso de esta prenda ha permanecido durante generaciones y se ha convertido en un accesorio imprescindible en el guardarropa de las mujeres, pero en torno a su uso hay posturas contradictorias. Por ejemplo, ¿se trata de una imposición social? o ¿su uso es necesario para que los pechos no se caigan? ¿Cuál es la realidad?
En entrevista para UNAM Global, Nelly Lucero Lara Chávez, del Centro de Investigaciones y Estudios de Género, explicó que el cuerpo de las mujeres tiene una significación distinta al de los hombres por lo que ha estado sujeto a mayores restricciones.
Tradicionalmente se le han impuesto diques para ser representado de una forma muy particular y eso nos habla de violencia, represión y opresión. De hecho, el uso del brasier ha sido empleado para diseñar y moldear el cuerpo de las mujeres.
En la década de los 60s, durante la tercera ola feminista, las mujeres relacionaron el uso del brasier con una imposición patriarcal. En 1967 en un concurso de belleza, un grupo protestó quitándoselo.
Actualmente, a este acto se le conoce como la quema de los brasieres y es un gran símbolo feminista, porque plantea prescindir de esta prenda, los diques que moldean y estructuran el cuerpo femenino.
El brasier estaba ligado a una convención social, una exigencia de belleza y una estética impuesta al cuerpo de las mujeres. “Ahí nos damos cuenta que la vestimenta es un reflejo de los cambios sociales que atraviesa el devenir del tiempo”.
Además, algunas jóvenes de talla grande sufren dolores crónicos tanto en la piel como en las mamas al realizar sus actividades cotidianas, por lo que ellas sí necesitan utilizar brasier.
Existen pocos estudios al respecto, pero se ha detectado que la gran mayoría de las mujeres de talla grande de mama se sienten más cómodas usando brasier.
Así, esta prenda se relaciona con varias cuestiones, no sólo de estética, figura perfecta o vestimenta, sino también con la lactancia, el deporte y médicas.
Por ejemplo, hay una condición médica llamada mastalgia que es dolor en las mamas y se relaciona con el ciclo menstrual. Estas mujeres pueden sentir que disminuye el dolor cuando usan un sostén que no les genere una elongación de los ligamentos.
Además, en mujeres que han subido y bajado de peso la resistencia de los tejidos cambió, y debido al tiempo han sufrido el proceso del envejecimiento.