Orígenes del árbol de Navidad

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Cada vez que se acerca la Navidad, en oficinas y domicilios comienza la colocación del nacimiento y el árbol de Navidad. Este último se adorna con esferas, heno, series de luces de diversos colores, y en la cúspide del pino, se coloca una estrella o un cometa.

El nacimiento y las posadas son tradiciones en México que datan de finales del siglo XVI. Con el paso de los años, se han ido adaptando a los cambios en la sociedad mexicana. Pero, ¿cómo llegó el árbol de Navidad a México?

A mediados del siglo XX, solo algunas familias mexicanas ponían árboles de Navidad y enviaban cartas a Santa Claus, en lugar de a los Reyes Magos, como era costumbre entre la mayoría de los niños mexicanos.

Entre los cuentos de Charles Dickens, hay uno inspirado por unos niños alrededor de un “lindo juguete alemán: un árbol de Navidad”. Este cuento, titulado “Un árbol de Navidad”, se publicó en 1850 en la revista literaria semanal “Household Words”, editada por Dickens. Fue una de las primeras obras del siglo XIX que abordó el árbol de Navidad como tema literario.

Se cree, entre los británicos, que el árbol de Navidad fue introducido en Inglaterra por el príncipe Alberto, primo y esposo de la reina Victoria, quien se casó con ella en 1840. Se dice que Alberto llevó a la isla no solo el árbol, sino también otras costumbres navideñas de su Alemania natal.

Según algunos historiadores, el culto a los árboles era común entre los pueblos paganos europeos. Los romanos celebraban el solsticio de invierno con las saturnales, grandes fiestas en honor a Saturno, dios de la agricultura, que comenzaban el 17 de diciembre y duraban siete días. Durante estas fiestas, se adornaban las casas con velas, ramas y hojas de robles, laureles y acebos. Se promovía la hermandad, los esclavos eran atendidos por sus amos en las mesas, y se intercambiaban regalos. Las festividades concluían con el nacimiento del Sol, el 25 de diciembre.

Los druidas, sacerdotes celtas, decoraban sus templos con ramas de árboles perennes, y los vikingos consideraban que estos árboles eran los favoritos de Balder, su dios sol.

Las festividades del “yule log”, un tronco que se quemaba en invierno en las casas del norte de Europa, sobrevivieron en las costumbres escandinavas de decorar la casa con árboles perennes para ahuyentar al diablo en el Año Nuevo ya en el cristianismo.

También sobrevivió en la costumbre alemana de colocar un árbol en la entrada o dentro de la casa durante el invierno. Se cree que en el oeste de la Alemania medieval se encuentra el origen del moderno árbol de Navidad. Los alemanes habrían difundido esta costumbre por Europa, siendo muy popular hacia finales del primer milenio.

Aunque la Iglesia católica nunca incorporó las fiestas del yule log a su calendario litúrgico, permitió su celebración. En el siglo XII, se empezó a celebrar el 24 de diciembre con una representación teatral, la “Mystery Play”, convirtiéndose en una obra navideña muy popular.

El elemento central de estas fiestas era un “árbol del paraíso”, un abeto con manzanas colgando que simbolizaba el Árbol del Conocimiento. Cuando en los siglos XVI y XVII se suprimieron estas obras, la gente llevó los árboles del paraíso a sus hogares.

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