Tras la muerte del Papa Francisco todas las miradas se dirigirán al Vaticano, donde se iniciará el reservado proceso del cónclave. Pero ¿en qué consiste exactamente y cuánto tiempo para elegir a un nuevo pontífice?
El Vaticano entra en un período de pausa en el que se suspenden todas las audiencias y se pone en marcha la organización del funeral, que debe llevarse a cabo entre el cuarto y el sexto día después de su muerte. Durante ese lapso, el Colegio Cardenalicio asume la administración temporal de la Iglesia católica, garantizando que las decisiones importantes no queden en el limbo.
El cónclave es el proceso en el que los cardenales se reúnen para elegir al nuevo Papa cuando el pontífice anterior fallece o dimite. En este caso, tras el deceso del Papa Francisco, el cónclave se llevará a cabo entre 15 y 20 días después de su muerte. Durante este tiempo, los cardenales discutirán y votarán para seleccionar al sucesor, asegurando que la Iglesia continúe su misión bajo un nuevo liderazgo.
El conclave se lleva a cabo en la Capilla Sixtina, donde los cardenales menores de 80 años votan hasta que un candidato obtiene dos tercios de los votos. Durante este proceso, el mundo sigue atentamente quién podría ser el próximo Papa. La espera llega a su fin cuando, tras el último voto, el humo blanco emerge de la chimenea, señalando que ya se ha elegido al nuevo pontífice.
Una vez que el nuevo Papa sea elegido, aceptará el cargo y elegirá el nombre con el que será conocido durante su pontificado. Luego, se presentará en el balcón de la Basílica de San Pedro para ofrecer su primera bendición Urbi et Orbi, un momento cargado de simbolismo que marca el comienzo de su liderazgo.
El papa Francisco implementó cambios en los ritos funerarios del Vaticano con el fin de simplificar los procesos tradicionales. En 2024, se modificó el Ordo Exsequiarum Romani Pontificis , alterando la manera en que se realizarían los funerales papales. Estos ajustes rompen con siglos de tradición y buscan un enfoque más directo y acorde con los tiempos modernos.
Modificó los ritos funerarios tradicionales, optando por un solo ataúd de madera con un revestimiento de zinc. La constatación de su fallecimiento se realizará en la capilla privada, y su cuerpo será colocado directamente en el ataúd, expuesto para la veneración de los fieles. Además, se eliminará el traslado al Palacio Apostólico, y el féretro se llevará directamente a la Basílica de San Pedro.