“‘El amor es para siempre’, ‘el amor todo lo puede’, ‘es mi media naranja’ o ‘fue amor a primera vista’ son algunos mitos que aprenden las personas en los espacios donde se forman, desde la familia, la escuela, la religión, los medios de comunicación, hasta los libros, las películas, las canciones, etcétera.
Lo anterior genera que se hagan a la idea de que existe alguien destinado para ellos o ellas, con quien harán sincronía; pero si esa persona no llega o no logran mantener alguna relación amorosa, en ocasiones es visto como un fracaso de la vida”.
Para crear un vínculo amoroso, es indispensable cuestionar y comprender que ciertas referencias con las que se crecen, como las del amor romántico, son solamente ideas, que aunque parezcan realidad, únicamente provocan que las personas sometan sus vidas y sus proyectos a un vínculo del cual posiblemente no recibirán lo que esperan de su pareja.
El amor romántico se va tejiendo con la violencia, y ésta se refleja en el aislamiento, dejar a un lado proyectos de vida, interrupción de clases o abandono de empleos, control económico; es decir, se entrega todo para ponerlo al servicio de la otra persona por el hecho de creer que ese es el modo en el que merezco ser amado o amada.
No hay una fórmula mágica para construir relaciones amorosas sanas, más bien se tiene que aprender a comprender desde dónde las personas construyen su idea del amor. Lo anterior es importante para poder deconstruir ideas del amor romántico y, de ese modo, abrirse a la experiencia del otro en diversidad, en la empatía, el cuidado, en la capacidad de comunicar y expresar necesidades, así como corresponder a las de la otra persona.
Además, involucra un vínculo ético que implique un proceso de construir redes, el cual permita a la pareja acompañarse a lo largo de la vida, en momentos de crisis, logros y metas.
Es indispensable llevar a cabo un proceso de autoconocimiento y de autocuidado, y aplicar criterios acerca de qué es lo que estamos buscando y qué podemos dar, porque cuando nos enamoramos nos dejamos llevar por nuestras emociones, como si cualquier persona estuviera dispuesta a darnos amor.