El término celos hace referencia a la emoción que experimenta una persona cuando siente amenazada su relación o vínculo hacia alguien. Por lo general, dicha emoción está representada por el miedo que siente la persona de perder a alguien que considera de su pertenencia, por la influencia de un tercero. Se ha considerado que sentir celos es, muchas veces, algo natural.
También se define como la percepción de que una relación significativa está siendo amenazada por acciones de alguien más y, como consecuencia, puede llegar a desaparecer o deteriorarse; esta supuesta amenaza puede ser real o imaginaria.
Sin embargo, los celos también se presentan en el ámbito familiar; por ejemplo, cuando un hijo recibe más atención que otro; o, en un centro de estudio o trabajo, cuando una persona obtiene más logros que otra. Se ha estudiado más en torno a los celos en contextos de relaciones de pareja, por lo cual dedicaremos a ello la mayor parte de este documento.
Los celos, en sentido estricto, no son emociones simples, sino que podríamos entenderlos como una experiencia emocional compuesta de al menos tres emociones básicas (ira, tristeza y miedo); además de otras reacciones asociadas como disgusto o sentimientos de inferioridad e inseguridad. Como cualquier otra experiencia emocional, la caracterizan y componen tres dimensiones: cognitivo-experiencial, fisiológico-adaptativa y conductual-expresiva.
Lo característico de los celos es la percepción de amenaza de pérdida de una relación significativa o de la cualidad de la misma. Normalmente se atribuye la responsabilidad de dicha amenaza a la otra persona, con quien se mantiene la relación o a una tercera en discordia.
Los celos pueden entenderse como una experiencia estresante en la que la valoración cognitiva de amenaza es la pérdida de una relación significativa, así como amenazas sobre el propio autoconcepto. Se trata de procesos de valoración y afrontamiento, procesos implicados en la situación de estrés.
Las manifestaciones conductuales de los celos son variadas, y dicha diversidad depende tanto de las condiciones sociales o culturales, como del sexo, diferencias individuales de personalidad o, principalmente, de las habilidades de afrontamiento adquiridas.
En cuanto a las diferencias por sexo, los hombres suelen ejercer acciones más activas (incluso violentas), que podríamos denominar estrategias de confrontación, así como el consumo de alcohol.
Las mujeres suelen llorar a solas con más frecuencia que los hombres, consumir drogas o realizar estrategias de afrontamiento activo dirigidas al restablecimiento de la relación, pero no tanto de confrontación.