Independientemente de su velocidad (regularmente se desplazan de 25 a 40 kilómetros/hora), los vehículos eléctricos ligeros no cumplen con algunos estándares de calidad y tampoco está claro el tiempo de su vida útil porque emplean baterías de plomo ácido, en vez de litio; es “un fenómeno que tiene su origen en el ámbito del mercado”.
Lo anterior, de acuerdo con el coordinador del Laboratorio de Movilidad e Infraestructura Verde (LabMov), de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, Antonio Suárez Bonilla, quien añadió:
En una primera apreciación física tienen pedales, pero no se pueden mover, no sé si esto tenga impacto en su importación, pero se trata de una “simulación” para que puedan circular sobre las ciclovías.
Para Roberto González Torres, también integrante del LabMov y académico del Centro de Investigaciones de Diseño Industrial, este modelo de bicicleta nueva en realidad la categorizan como “bicimoto” porque puedes acelerar, pero los pedales no le funcionan, están muy atrás.
El diseñador industrial especializado en movilidad, mobiliario urbano y bicicletas dijo que la historia de ese transporte inició en China y han entrado al mercado mexicano debido a la buena relación precio-servicio, porque no usan combustible y pueden desplazarse (idealmente) en zonas de baja velocidad.
El precio es económico y, en general, es una opción para las personas que no se animan a subirse a una bici -o carecen de ciertas habilidades deportivas-, al poder moverse con un acelerador fácilmente, apuntó.
Al continuar, Suárez Bonilla recordó en entrevista que en mayo pasado se anunció el emplacamiento de estas unidades, acción a la cual podría sumarse una regulación cultural y técnica y que las ciclovías cuenten con mayor vigilancia específica para que estos medios de transporte no generen conflictos entre sí.
Para el experto, las bicicletas que mayor beneficio aportan son de asistencia motriz, cuyo motor funciona al pedalear y no cuentan con un acelerómetro, dependen de actividad física y la batería es más durable. Además, tienen un controlador o regulador de velocidad que evita se desplacen a más de 25 kilómetros por hora, lo cual consigue que convivan con las convencionales.
“Es un reto que tiene que ver con las autoridades porque van a tener que empezar a supervisar qué sí es y qué no es una bicicleta; se requerirán reglamentos específicos, pero además lo que hay que normar es la parte comercial, que sean de buena calidad y, por supuesto, la promoción e invitación a las personas para que no ingresen a las vías principales”, destacó.
En tanto, González Torres estimó adecuado impartir cursos u orientación sobre dónde son más útiles, ya que no solo es regularlos o restringirlos porque pueden beneficiar a ciertos sectores sociales.