Eres de sangre azul, puedes ser reptiliano

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En los cuentos, los príncipes y las princesas tienen “sangre azul”. Por supuesto, es solo una manera de hablar, pero hay otros animales cuya sangre sí es de ese color. También hay animales de sangre verde y hasta transparente. El color de la sangre de una especie está relacionado con su historia evolutiva.

El historiador John H. Kautsky en su libro The politics of aristocratic empires (La política en los imperios aristocráticos), los miembros de las familias más poderosas en el pasado buscaban maneras de demostrar una superioridad jerárquica y biológica sobre el resto de la población. Les gustaba encontrar características que los distinguieran del común de los mortales. Una muy socorrida era mostrar las venas de los brazos, que se veían de color azul pálido por el contraste entre lo rojo de la sangre y la palidez de la piel de personas que no tenían que laborar al rayo del Sol. Sus súbditos o vasallos generalmente tenían la piel tostada por las largas jornadas de trabajo y era menos probable que se les vieran azules las venas. Así, lo de la “sangre azul” de los aristócratas se refiere a la diferencia entre las clases que trabajaban en el campo y las clases ociosas, o que tenían otras ocupaciones.

No hay humanos con sangre azul, pero otros organismos sí pueden tener sangre de ese color, e incluso de otros colores. Los primeros organismos unicelulares en la historia de la vida en la Tierra obtenían nutrientes del ambiente por difusión simple (o sea, esperando a toparse con las sustancias necesarias) o fagocitosis (rodeando y capturando partículas de nutrientes con la membrana celular). Al aumentar la complejidad biológica, los organismos desarrollaron una serie de conductos en el interior de sus cuerpos para transportar oxígeno y nutrientes. En las esponjas de mar, organismos muy simples, la función de transportar nutrientes la lleva a cabo el agua que hacen circular por el interior de su cuerpo. Los organismos más complejos, como los cefalópodos (pulpos, sepias y calamares) y los vertebrados, cuentan con un tejido especial para cumplir esas funciones de transporte.

La sangre es un tejido encargado del transporte de oxígeno y dióxido de carbono (CO2) principalmente, aunque tiene otras funciones importantes como transportar nutrientes y hormonas o captar y disipar calor. En organismos que no pueden producir su propio calor corporal, como reptiles, anfibios y peces, el calor es absorbido por la piel expuesta a la luz solar, tras lo cual se difunde por el resto del organismo gracias a la sangre. Cuando el organismo necesita conservar el calor corporal, el flujo de sangre se reduce y, al contrario, cuando necesita disipar calor, el flujo aumenta.

La sangre se forma en tejidos especializados como la médula ósea roja (que se encuentra en el interior de los huesos) en mamíferos y los riñones en los peces, en un proceso conocido como hematopoyesis (“creación de sangre”). La sangre está compuesta por un tejido transparente llamado plasma y por células como los glóbulos rojos, células del sistema inmune y plaquetas, que son las encargadas de la reparación o cicatrización de zonas donde el tejido ha sido dañado. En la mayoría de los casos, en el interior de cada glóbulo rojo se encuentra una proteína que tiene la función de capturar moléculas de oxígeno. Esta proteína es un pigmento. El tipo de pigmento en cada grupo de organismos determina el color de la sangre.

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