El inglés Ludwig Guttmann, es conocido como el padre del movimiento paralímpico. En 1944, ante los estragos causados por la Segunda Guerra Mundial, el gobierno británico le encargó la creación de un centro dentro del propio hospital, en el que inicialmente sólo se admitían pacientes con lesiones de médula espinal.
“Guttmann se dio cuenta de la oportunidad y comenzó un proceso de rehabilitación con una gran visión, dado que ya existían los Juegos Olímpicos. Empezó a introducir el deporte a las personas con discapacidad, abordándolo desde múltiples matices, incluyendo el político, para resarcir a las personas que habían combatido en la guerra y cómo sanar una sociedad dañada, no sólo físicamente, sino también en lo emocional”, señaló Alejandrina Zamora, profesora y entrenadora de la Dirección General del Deporte Universitario, en los diálogos olímpicos que se realizaron en el Centro de Enseñanza para Extranjeros (CEPE).
La entrenadora destacó que Guttmann vio el deporte como una oportunidad para estas personas, siendo el tiro con arco el primer deporte que se introdujo. “Con el tiempo llegaron personas con otro tipo de discapacidades y lesiones, lo que llevó a incorporar diferentes deportes, adaptándolos a las necesidades de cada persona, y así el deporte se convirtió en una parte de la rehabilitación”.
Rememoró que, en 1948, coincidiendo con los Juegos Olímpicos de Londres, se organizó una competición para veteranos de guerra con lesiones medulares en Stoke Mandeville, Inglaterra. Este evento fue conocido como los Juegos de Stoke Mandeville, y fue el precursor de los Juegos Paralímpicos.
En 1960, los Juegos de Roma fueron los primeros en llevar oficialmente el nombre de Paralímpicos y en tener un carácter internacional, con la participación de 400 atletas de 23 países.
La entrenadora de la UNAM, precisó que México rechazó acoger esta competencia en 1968, y acotó que desde 1988 ha existido una continuidad paralela a los Juegos Olímpicos.
Por su parte, Iván Meza, periodista y conductor en TV UNAM, abordó momentos memorables de los Juegos Olímpicos. La primera figura que destacó fue el estadunidense Richard Fosbury, conocido como Dick, quien revolucionó el salto de altura en los Juegos Olímpicos de México 1968. Desde entonces, la gran mayoría de los atletas realiza el salto hacia atrás.
Otro gran momento elegido por Iván Meza fue la primera medalla de oro para África en unos Juegos Olímpicos, ganada por el etíope Abebe Bikila en la prueba de maratón en Roma 1960, donde corrió descalzo, y en Tokio 1964, ya patrocinado por una marca de tenis.
“Bikila rompió el récord mundial con un tiempo de dos horas, 15 minutos y 16 segundos. Su historia también tiene un trasfondo político, ya que en 1935 Mussolini invadió Etiopía, y Bikila, al cruzar el Arco de Constantino en 1960, levantó las manos para hacerse de la medalla de oro”.
Finalmente, Meza cerró su intervención recordando el gran momento de la gimnasta rumana Nadia Comaneci en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976.
“Una niña de 14 años, con dulzura y simpatía, logró lo extraordinario. Ella cuenta que lo único que hizo fue intentar tener más amplitud que las demás, para que sus figuras se vieran perfectas, como de revista. Sabía que debía hacerlo bien, pues sólo tenía una oportunidad cada cuatro años”.
Concluyó que Comaneci es una de esas personalidades que cambian la historia con su simpatía y su mente. “Añadió un extra que nadie le pidió”.