Migración, personas indeseadas, extrañas o con presencias amenazantes

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Con el desarrollo de las tecnologías de la comunicación y de los transportes, la movilidad humana se ha venido incrementando de manera incesante y a un ritmo nunca antes visto. Estamos ante un sistema global de movilidad que incluye el movimiento de capitales, bienes y servicios, ideas y personas.

Ante estos cambios, el análisis de la migración ha requerido renovar sus enfoques teórico-metodológicos para ir más allá del estudio de los factores de expulsión y atracción de personas migrantes. En ese sentido, un nuevo paradigma de las movilidades se presenta como una de las propuestas más prometedoras y viables para el estudio de la migración y otros desplazamientos humanos.

El concepto de movilidad se ha empleado para referirse tanto a los movimientos a gran escala de personas, objetos, capitales e información en todo el mundo, como a los movimientos cotidianos de las personas en el espacio público en el ámbito local. Entre todas esas formas de movilidad, este ensayo se enfoca en la movilidad humana que engloba a personas migrantes, desplazadas, refugiadas, así como a personas que realizan viajes de turismo, de trabajo y de estudios, y a otros actores que se mueven a través del espacio cartesiano.

Según cifras dadas a conocer recientemente por el Banco Mundial (The World Bank, 2023), alrededor de ciento ochenta y cuatro millones de personas (2.3 por ciento de la población mundial) viven fuera de su país de origen. Entre ellas se encuentran las personas migrantes, las desplazadas, las refugiadas y las solicitantes de asilo. Alrededor de treinta y siete millones son personas refugiadas que viven fuera de su país.

Entre los países emisores de turistas destacan Estados Unidos, Canadá, los países europeos y de manera creciente, las naciones asiáticas. Entre los países más visitados se encuentra Francia en primer lugar, seguida por España, Estados Unidos, China, Italia, Turquía y México, siendo este último el único país latinoamericano con una alta posición internacional al contabilizar la llegada de cuarenta y cinco millones de turistas internacionales en 2023.

Las fronteras nacionales, en su relación con la nacionalidad, son un fuerte dispositivo que posibilita o, por el contrario, restringe la movilidad. Los estadounidenses pueden ingresar sin visa a numerosos países, pero esto no ocurre en sentido inverso. Los mexicanos, por ejemplo, necesitan visa para entrar a Estados Unidos y ahora también a Canadá, pero los estadounidenses pueden ingresar a México sólo con su pasaporte. No está de más señalar que para millones de personas obtener la visa estadounidense es muy difícil de obtener.

Existen, además, otras fronteras que restringen la movilidad y son menos evidentes. Están aquellas que son fronteras invisibles que impiden la movilidad vertical y horizontal de las mujeres, de las personas pobres o de las minorías étnicas y los grupos racializados. Al referirse a la movilidad en el contexto de la globalización, Bauman (2011) mostraba que, en el mundo globalizado, la nacionalidad y la “raza” (ahora se estila decir origen étnico por corrección política y porque se debate el concepto aplicado para los seres humanos) influyen en la capacidad de movilidad de las personas.

Impedir o limitar el paso a las personas migrantes y a otras consideradas “indeseables” en determinados países o regiones, como pueden ser personas que profesan la religión musulmana, personas indocumentadas, comunidad LGBTQ+ y otras que son vistas como extrañas o como presencias amenazantes.


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