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Para nadie es un secreto que la droga más consumida, de manera legal, en todo el mundo es el alcohol, pero hubo un tiempo en Estados Unidos que su consumo y comercializacion estuvieron prohibidas, lo que llevo a la sociedad norteamericana entrar en un periodo de enfrentamiento, tráfico del preciado licor y el nacimiento de uno de los capos más famosos de la historia «Al Capone».
Fue el 1 de julio de 1916 cuando en Estados Unidos entra en vigor la denominada Ley Seca que prohíbe la venta exportación, importación y comercialización de bebidas alcohólicas.
“El demonio de la bebida hace testamento. Se inicia una era de ideas claras y limpios modales. Los barrios bajos serán pronto cosa del pasado. Las cárceles y correccionales quedarán vacíos; los transformaremos en graneros y fábricas. Todos los hombres volverán a caminar erguidos, sonreirán todas las mujeres y reirán todos los niños. Se cerraron para siempre las puertas del infierno» declaró el senador Andrew Volstead, impulsor de la Ley Seca.
No obstante dicha ley orillo a la producción e importación de alcohol de forma clandestina provocando un auge considerable del crimen organizado. Se señala que por ejemplo ciudadanos compraron licor masivamente durante las últimas semanas del año 1919, antes que la ley entrase en vigor para así atender el consumo propio, y, paradójicamente, la demanda de la preciada bebida aumentó.
Si bien la ley impedía la oferta de alcohol, la demanda no había desaparecido. El licor fabricado de manera clandestina era vendido a precios elevados en el mercado negro, atrayendo a este a importantes bandas de delincuentes.
Este fue un negocio redituable para un narcotraficante de renombre, Al Capone quien tráfico la bebida y siempre fue perseguido por el jefe de la policía Eliot Ness y sus muchachos «Los Intocables» en las calles de Chicago.
Antes de ser detenido, Capone ganó millones de dólares mediante el tráfico y la venta clandestina, expandiendo sus actividades criminales a casi todo el país, e involucrando la corrupción de numerosísimos funcionarios y policías encargados de hacer cumplir la ley seca.
El capo llegó a influir directamente sobre varios barrios de la ciudad de Chicago para que se le permitiera continuar su negocio ilícito a cambio de sobornos o amenazas, mientras su banda, junto con decenas de otras, luchaban violentamente entre sí a lo largo del territorio estadounidense para controlar el muy lucrativo tráfico de alcohol.
Para 1920 se dan cuenta que había sido peor el remedio que la enfermedad. El consumo de alcohol no solo subsistió, sino que ahora continuaba de forma clandestina y bajo el control de feroces mafias. En vez de resolver problemas sociales tales como la delincuencia, la ley seca había llevado el crimen organizado a sus niveles más elevados de actividad como nunca antes se había percibido en los Estados Unidos y fue así que se decide legalizar la compra, venta, importación y exportación del alcohol, cerrando con ello una de las épocas más sangrientas del naciente imperio yanqui
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