¡Mátenme porque me muero¡

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Todas las personas tienen derecho a una vida libre de dolor o, al menos, a su control; por ello, se considera un derecho humano, esto implica que si no se maneja el dolor, se estaría violando los derechos humanos, e incluso podría calificarse como un acto de tortura, añadió la entrevistada.

A pesar de que es complejo identificar el dolor, dado que cada persona lo vive de manera distinta, existe un consenso que define al dolor como una experiencia física, afectiva y cognitiva, caracterizada por ser desagradable. Esta sensación puede estar o no vinculada a un daño orgánico.

El dolor puede ser interpretado como un síntoma o como una patología, ya que forma parte de varias enfermedades. Por ejemplo, una mujer con diabetes puede sufrir dolor, ardor y calambres en las piernas, síntomas conocidos como dolor neuropático.

De hecho, es un síntoma que alerta sobre otras afecciones subyacentes y constituye una de las principales razones por las que las personas consultan al médico.

Si el dolor es persistente, puede ser indicativo de una enfermedad. Por ello, es crucial atenderlo a la brevedad.

El abordaje del dolor debe ser multidisciplinario; es decir, debe contar con la intervención de distintos profesionales. Por ejemplo, ante un dolor de cabeza, una fractura o una enfermedad que provoque dolor, lo habitual es pensar en ver a un médico o incluso en comprar analgésicos en la farmacia.

No obstante, el dolor es una condición mucho más compleja, por lo que, además de la atención farmacológica proporcionada por un médico, es esencial el manejo psicológico.

Vivir con dolor implica cambios en los ámbitos social, familiar, laboral y psicológico, así como en la interacción con los demás. Por esta razón, es importante que el tratamiento incorpore a varios especialistas, desde el médico hasta el nutricionista.

Se ha documentado que algunos tipos de dolor crónico están íntimamente ligados a la alimentación, de modo que el manejo nutricional es relevante. Otro especialista relevante es el fisioterapeuta, quien contribuye a mitigar el dolor en el día a día.

En nuestra sociedad, comúnmente se nos instruye a tolerar el dolor. Por ejemplo, ante una queja, la reacción habitual es: “¡Qué exagerado! Aguántate, no duele tanto”.

Por comentarios de este tipo, muchas personas optan por no expresar su dolor. Sin embargo, cada quien experimenta el dolor de manera única, por lo que es preferible creer a quien afirma que algo le duele.

El dolor es una sensación que todos los humanos experimentamos, pero eso no significa que deba ser una constante en nuestras vidas. Afortunadamente, disponemos de diversos especialistas dedicados al control del dolor, tales como médicos, enfermeras y psicólogos.

Es crucial que la población conozca su derecho al manejo del dolor, razón por la cual se requieren más algólogos, profesionales especializados en esta área.

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