En los últimos años, el uso de teléfonos celulares en las escuelas ha generado un intenso debate. Mientras algunos argumentan que estos dispositivos pueden ser herramientas educativas valiosas, otros sostienen que distraen a los estudiantes y afectan su rendimiento académico. En respuesta a estas preocupaciones, diversas instituciones educativas en distintos países han optado por restringir o prohibir su uso en el aula.
Según datos actualizados de la UNESCO al 25 de enero de 2025, un total de 79 países han implementado medidas para limitar el uso de celulares en las escuelas.
El respaldo a estas restricciones proviene de múltiples estudios, como la investigación de Louis-Philippe Béland y Richard Murphy, titulada Mala comunicación: tecnología, distracción y rendimiento estudiantil. Sin embargo, en un metaanálisis de 2021 realizado por Domingo, Adesope y Maarhuis, se analizan con mayor precisión las variables implicadas en la correlación entre el uso del celular y el bajo rendimiento académico. Se concluye que el impacto como distractor depende del tiempo, lugar y tipo de uso, afectando más a jóvenes con poca autorregulación y bajo desempeño. Estas y otras investigaciones sugieren que prohibir el uso de celulares en las aulas puede mejorar la concentración, aumentar el rendimiento académico, fomentar la interacción entre compañeros y promover un uso más responsable de la tecnología.
Sin embargo, no todos los estudios coinciden con estos hallazgos. Algunas investigaciones sostienen que la prohibición de celulares no tiene un impacto significativo en el desempeño académico ni en la reducción del ciberacoso escolar. Además, se argumenta que restringir su uso limita el acceso a recursos educativos en línea, dificulta la comunicación entre padres e hijos en un contexto de creciente preocupación por la seguridad y no aborda de manera eficaz los problemas subyacentes de atención y aprendizaje.
Por ejemplo, en Suecia, un estudio basado en el modelo de Béland y Murphy analizó las calificaciones de estudiantes de secundaria antes y después de una prohibición de teléfonos móviles de un año, sin encontrar efectos positivos ni negativos en su rendimiento académico. Asimismo, un informe del Departamento de Educación de Estados Unidos reveló que las escuelas con prohibiciones de celulares registraban un mayor porcentaje de ciberacoso diario o semanal en comparación con aquellas sin restricciones.
Prohibir no, mejor enseñar para qué sirve
En un informe reciente titulado ¿Prohibir o no prohibir? Monitoreo de las regulaciones de los países sobre el uso de teléfonos inteligentes en la escuela, la UNESCO recomienda a las escuelas actuar con cautela al imponer prohibiciones, pues es fundamental considerar el papel de la tecnología en el aprendizaje y basar cualquier política en evidencia sólida.
“La exposición a herramientas digitales como los teléfonos móviles puede ayudar a los estudiantes a desarrollar una visión crítica de las tecnologías emergentes. Además, es esencial que aprendan tanto los riesgos como las oportunidades que implica su uso, desarrollen habilidades críticas y comprendan cómo interactuar con la tecnología de manera equilibrada. Alejar a los estudiantes de la innovación tecnológica podría ponerlos en desventaja”, señala el informe.