Nanomedicina: rayo de luz de esperanza para tratamiento del cáncer

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La ciclodextrina es un nanomaterial que permite almacenar fármacos en su interior

Una de las metas que ha perseguido desde hace algunos años el área médica es controlar la liberación de un fármaco dentro del cuerpo humano; llevar un medicamento a un sitio específico y que actúe de manera controlada. Esto sería de mucha utilidad en padecimientos como el cáncer, donde los quimioterapéuticos se distribuyen por todo el cuerpo y eliminan tanto células cancerígenas como sanas, lo cual puede generar distintos efectos adversos.

También desde el área médica se ha trabajado en la realización de sistemas de liberación controlada de fármacos, diseñados para que una persona tome una dosis y ésta vaya liberando la cantidad adecuada de medicamento durante todo el día. O en alcanzar que el fármaco se degrade fácilmente una vez que entra al cuerpo.

Para lograrlo, la Medicina se ha apoyado de los métodos de la nanotecnología, que consisten en controlar y manipular la materia en la nanoescala, en donde adquiere propiedades muy específicas que pueden ser aumentadas y corregidas.

“Si nosotros relacionamos el concepto de nanotecnología que busca el control y manipulación de estructuras y si las ciencias farmacéuticas lo que quieren es controlar, entonces, por qué no combinar ambas disciplinas para llegar a un mismo fin. De ahí surge la aplicación de la nanotecnología a la medicina”, explica la doctora Yareli Rojas Aguirre del Instituto de Investigaciones en Materiales.

La nanomedicina es la aplicación de la nanotecnología al tratamiento, diagnóstico y prevención de enfermedades. También abarca la aplicación de nanomateriales para entender procesos fisiológicos que intervienen en el curso de éstas, por ejemplo, qué ocurre cuando un padecimiento está en sus etapas tempranas, cómo funciona una membrana cuando está expuesta a una sustancia.

Un nanomaterial tiene un tamaño que va entre los 100 y los 200 nanómetros. Un nanómetro equivale a la milmillonésima parte de un metro. Se trata de materiales extremadamente pequeños, que sólo pueden ser vistos con microscopios electrónicos.

Óptimos para la nanomedicina

Existen nanomateriales orgánicos, inorgánicos y derivados del carbono, sin embargo, los primeros tienen mayores ventajas para la nanomedicina, pues son biocompatibles, biodegradables, de bajo costo y es posible su escalamiento a nivel farmacéutico.

Entre los nanomateriales orgánicos se encuentran los liposomas, las micelas y las ciclodextrinas, y los tres tienen en su interior una cavidad que les da la ventaja de poder almacenar fármacos, proteínas u otras sustancias.

Los liposomas son estructuras esféricas cuyo interior es acuoso y está rodeado por una doble capa de fosfolípidos, es decir, membranas que son parte de nuestras células. Su centro es acuoso y es ideal para almacenar fármacos, proteínas, genes, etcétera. En la actualidad, ya existen en el mercado para el tratamiento de cáncer, omicosis complejas o sistémicas, y un par de vacunas contra Covid-19 tuvo como base fundamental para su elaboración el sistema de liposomas.

En tanto, las micelas son moléculas cuyo interior también es acuoso, pero a diferencia de los liposomas sólo están integradas por una sola capa de moléculas cuya cabeza es hidrofílica (atrae el agua) y la cola es lipofílica (atrae la grasa). En su interior también son capaces de transportar sustancias. En la farmacia ya existen distintos productos hechos a base de estas micelas, como el agua micelar.

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